En medio de una tarde en la que estaba curioseando la web, actualizandome y viendo una que otra cosilla de mis trabajos de la universidad, me encuentro con el colmo de la curuchupería (defínase curuchupería a la hipocresía social y el miedo al "qué dirán"), en uno de los portales web más serios y más objetivos posibles (el de la BBC). en Italia están promulgando una ley para prohibir el uso de la minifalda por "atentar a la moral". Cabe destacar que si hablamos de moral en Italia, el Berlusconi nos sirve de gran ejemplo de decencia y decoro. (como diría mi hermano "guiño guiño, nariz nariz")
En caso de no creerme, favor mirar el siguiente enlace
Italia: polémica por intento de prohibir la minifalda,
y claro, este lleva a otro "made in brazil"
Una falda corta causa escándalo en Brasil
!!!Me mueeero!!! diría mi vecina o la abuela (que no quiero llamar abuela). Si asi se pudiesen arreglar las cosas, entonces deberían prohibir el uso de los escotes pronunicados, de los pantalones apretados, del perfume, de la tanga narizona y de todo lo que podría llamarse erótico y atente a la moral y las buenas costumbres occidentales que se pregonan en nuestros países. Ah, y eso sin contar con todo lo que se considere como erótico "pero para el que lo mira", porque una niña puede vestirse linda, hermosa y candorosa con las blusas medias largas y lycras, lo más sano posible, y los otros lo miran como una minifalda de lo mas provocativa y, bueno, le piropean (si a eso se le llama piropear) con palabras tan sutiles como "mamita", "que rica", o "estas ricooooooota", entre otras que fluyen en nuestro pueblo y que he escuchado en los buses, en la calle y últimamente en cierto piso de varones en cierta institución pública. Con las debidas disculpas, llamémosla "Plaza Sésamo".
Cabe recordar que muchas de estas prendas se usan, ya sea por moda, comodidad o por cierto tipo de creencia (claro, mucho de esto hablo meramente desde mi experiencia y a la vez, desde mi ignorancia). En ciertos lugares donde el calor es realmente insportable, alguien se inventó la minifalda, la blusa sin mangas y hasta las bragas pequeñas. No tanto por fines eróticos, sino para refrecar el cuerpo sudado y para que éste se acomode al clima del lugar. Claro, por la famosa "espiral del silencio", estas prendas las hemos convertido en foco de nuestra boga consumista. Eso más si las combinamos con accesorios de invierno y las convertimos en prendas multiusos.
También es bueno mencionar el otro lado, donde pese a estar cubiertas toooda, de la cabeza a los pies, el tan solo hecho de mostrar piel les alborota las hormonas de ciertos masculinos.sino miren los maravillosos ejemplos que tenemos en Medio Oriente, principalmente: en esos lugares donde mostrar la muñeca únicamente se lo puede hacer al marido, la burka o el hijab, más que ser símbolos del islam se han comvertido en prisiones para millones de mujeres; y el dejar ver el tobillo en público permite que sea apedreada, porque no son recatadas con su tesorito. A su cuerpo, me refiero.
Sea por religión, por comodidad, por costo beneficio o por moda, tan solo el acto de usar una prenda de vestir ha creado tremenda polémica, misma que todas vivimos TOOOODOS LOS DÍAS. En el bus, cuando el acompañante del chofer (llamémoslo azafato, terramozo o lo que sea) menciona de una forma apaa nada agradable palabras como "rreinita... mamita.... si cocinas como caminas....o qué bueno está tu cucu". En la oficina, cuando luces un leggins y una blusa en los viernes informales, te ven tu cucu y te dicen "qué rica". En la calle, donde por nada del mundo puedes usar una minifalda, pues te conviertes en víctima que te agarren la pierna o peor aún, te confundan con una de esas chicas alegres, cuando simplemente deseas ir a bailar o tener una cita especial con UNA PERSONA". Comprendo que muchas prendas son creadas bajo la consigna que "el morbo vende" pero en ralidad la cosa SE PASA.
Una prenda no hace que la gente pierda su decoro ni que se preste a ciertas situaciones a las que ninguna mujer desearía estar, al menos, en público o en un entorno que no sea el adecuado. Es verdad, existen prendas que son usadas para ciertos encuentros con marinovio, el amante, el mozo, etc; pero hay otras que pueden ser usadas rutinariamente. Eso no nos hace víctimas, sino el mooorbo que intrinsecamente existe en la mente de hombres e incluso mujeres que curuchupamente creen que somos objetos que pueden decir y dejar de decir. Esto crea que, en lugar de caminar con tranquilidad y mostrar una de las cosas más bellas que nos ha dado Dios, que es el cuerpecito humano, nos escondamos y evitemos ser víctimas de las insinuaciones masculinas con mangas largas y cuello alto. Alguien que no lo hace, como la amiga brasileña del reporte, es presa del qué dirán, pero luchando, finalmente logró regresar a la universidad, demostrar que puede vestirse como le de la gana, y así mantener su decoro y decencia (vaya cosa, pero bueno) , convertirse en diseñadora de modas, y hasta consiguió que el Hugh Hefner de Playboy le pare bola.
Al mencionar esto, me viene a la mente añadir algo más Podremos estar más cubiertas que abuelita de la época de la pepa, pero no sé como logran ciertos hombres ver lo que una cree imposible. Ven la tanga, el calzon de vieja, el escote y hasta la forma de la entrepierna. Esto demuestra que más que el ver, el no ver acrecenta el erotismo masculino, en este caso es el morbo. Peor aún. Esto crea mujeres que o se visten como la abuelita, o por el contrario, otras que creen lo que en algún momento dijo la Ana Karla, de Jorge Enrique Adoum.
Recatadas o no, la culpa no recae, como dice la gente curuchupa, en las mujeres que lucimos tal o cual prenda, sino de la sarta de machuchines que miran mas allá de lo evidente. No ven una prenda en un buen cuerpo, sino que miran la manera cómo pueden deshacerse de la misma y hacer de las suyas en ese cuerpo o en el cuerpo que recuerden. Como decía mi profesora de análisis de recepción, todas las personas miramos diferente una mismo objeto, cosa, persona, etc. O más bien, tomemos lo que dice la semiótica básica: en todo signo, un significante adquiere varios significados, dependiendo de cómo lo miren, cómo lo usen o cómo creen ese significado.
Si se ve, ya que podemos hacer; si tenemos buen cuerpo, gracias a Dios que lo tenemos y que lo podemos mostrar; si no lo tenemos, la ropa hace milagros; y si mostramos un poco más... bien!!!. Pèro como diriía la Ana Karla al usar su minifalda en las calles de París: "la culpa no es mía, por usar minifalda, sino de aquel que me mira"; o como la amiga brasileña en la universidad de Brasil
Cabe recordar que muchas de estas prendas se usan, ya sea por moda, comodidad o por cierto tipo de creencia (claro, mucho de esto hablo meramente desde mi experiencia y a la vez, desde mi ignorancia). En ciertos lugares donde el calor es realmente insportable, alguien se inventó la minifalda, la blusa sin mangas y hasta las bragas pequeñas. No tanto por fines eróticos, sino para refrecar el cuerpo sudado y para que éste se acomode al clima del lugar. Claro, por la famosa "espiral del silencio", estas prendas las hemos convertido en foco de nuestra boga consumista. Eso más si las combinamos con accesorios de invierno y las convertimos en prendas multiusos.
También es bueno mencionar el otro lado, donde pese a estar cubiertas toooda, de la cabeza a los pies, el tan solo hecho de mostrar piel les alborota las hormonas de ciertos masculinos.sino miren los maravillosos ejemplos que tenemos en Medio Oriente, principalmente: en esos lugares donde mostrar la muñeca únicamente se lo puede hacer al marido, la burka o el hijab, más que ser símbolos del islam se han comvertido en prisiones para millones de mujeres; y el dejar ver el tobillo en público permite que sea apedreada, porque no son recatadas con su tesorito. A su cuerpo, me refiero.
Sea por religión, por comodidad, por costo beneficio o por moda, tan solo el acto de usar una prenda de vestir ha creado tremenda polémica, misma que todas vivimos TOOOODOS LOS DÍAS. En el bus, cuando el acompañante del chofer (llamémoslo azafato, terramozo o lo que sea) menciona de una forma apaa nada agradable palabras como "rreinita... mamita.... si cocinas como caminas....o qué bueno está tu cucu". En la oficina, cuando luces un leggins y una blusa en los viernes informales, te ven tu cucu y te dicen "qué rica". En la calle, donde por nada del mundo puedes usar una minifalda, pues te conviertes en víctima que te agarren la pierna o peor aún, te confundan con una de esas chicas alegres, cuando simplemente deseas ir a bailar o tener una cita especial con UNA PERSONA". Comprendo que muchas prendas son creadas bajo la consigna que "el morbo vende" pero en ralidad la cosa SE PASA.
Una prenda no hace que la gente pierda su decoro ni que se preste a ciertas situaciones a las que ninguna mujer desearía estar, al menos, en público o en un entorno que no sea el adecuado. Es verdad, existen prendas que son usadas para ciertos encuentros con marinovio, el amante, el mozo, etc; pero hay otras que pueden ser usadas rutinariamente. Eso no nos hace víctimas, sino el mooorbo que intrinsecamente existe en la mente de hombres e incluso mujeres que curuchupamente creen que somos objetos que pueden decir y dejar de decir. Esto crea que, en lugar de caminar con tranquilidad y mostrar una de las cosas más bellas que nos ha dado Dios, que es el cuerpecito humano, nos escondamos y evitemos ser víctimas de las insinuaciones masculinas con mangas largas y cuello alto. Alguien que no lo hace, como la amiga brasileña del reporte, es presa del qué dirán, pero luchando, finalmente logró regresar a la universidad, demostrar que puede vestirse como le de la gana, y así mantener su decoro y decencia (vaya cosa, pero bueno) , convertirse en diseñadora de modas, y hasta consiguió que el Hugh Hefner de Playboy le pare bola.
Al mencionar esto, me viene a la mente añadir algo más Podremos estar más cubiertas que abuelita de la época de la pepa, pero no sé como logran ciertos hombres ver lo que una cree imposible. Ven la tanga, el calzon de vieja, el escote y hasta la forma de la entrepierna. Esto demuestra que más que el ver, el no ver acrecenta el erotismo masculino, en este caso es el morbo. Peor aún. Esto crea mujeres que o se visten como la abuelita, o por el contrario, otras que creen lo que en algún momento dijo la Ana Karla, de Jorge Enrique Adoum.
Recatadas o no, la culpa no recae, como dice la gente curuchupa, en las mujeres que lucimos tal o cual prenda, sino de la sarta de machuchines que miran mas allá de lo evidente. No ven una prenda en un buen cuerpo, sino que miran la manera cómo pueden deshacerse de la misma y hacer de las suyas en ese cuerpo o en el cuerpo que recuerden. Como decía mi profesora de análisis de recepción, todas las personas miramos diferente una mismo objeto, cosa, persona, etc. O más bien, tomemos lo que dice la semiótica básica: en todo signo, un significante adquiere varios significados, dependiendo de cómo lo miren, cómo lo usen o cómo creen ese significado.
Si se ve, ya que podemos hacer; si tenemos buen cuerpo, gracias a Dios que lo tenemos y que lo podemos mostrar; si no lo tenemos, la ropa hace milagros; y si mostramos un poco más... bien!!!. Pèro como diriía la Ana Karla al usar su minifalda en las calles de París: "la culpa no es mía, por usar minifalda, sino de aquel que me mira"; o como la amiga brasileña en la universidad de Brasil